En el aula, muchos adolescentes llegan con la mochila cargada… pero no solo de libros. También llevan a cuestas inseguridades, desmotivación, tensión emocional, agresividad, apatía o rabia. En muchos casos, estas señales tienen un denominador común: crecen en contextos familiares altamente complejos.

¿Qué son las familias multiproblemáticas?
Se trata de unidades familiares que presentan múltiples dificultades simultáneas y cronificadas, como desempleo, violencia intrafamiliar, pobreza, consumo de sustancias, enfermedades mentales no tratadas, aislamiento social, falta de habilidades parentales y escasa red de apoyo.
Estos hogares suelen estar marcados por:
- Crisis recurrentes y caóticas
- Baja organización o roles parentales deteriorados
- Comunicación disfuncional o nula
- Entornos de negligencia emocional
- Falta de pautas educativas y de normas estables
No se trata de “familias malas”, sino de familias desbordadas. En muchas ocasiones, ellos también fueron criados en contextos de carencia y vulnerabilidad. El ciclo se repite porque no se han ofrecido alternativas viables de cambio.

El impacto en el desarrollo del adolescente
La literatura científica es clara: el entorno familiar influye profundamente en el desarrollo emocional, cognitivo y social de los jóvenes. Estudios como el de Díaz et al. (2013) señalan que la privación afectiva, las discusiones constantes, el abandono o la inestabilidad familiar generan:
- Falta de motivación
- Trastornos de conducta
- Problemas de vinculación con figuras de autoridad
- Ansiedad y depresión
- Baja autoestima y frustración con el aprendizaje